Odisea en la noche de reyes
Éstas fiestas estamos confinados por el maldito Covid, pero sólo lo ha cogido Lara. Con cinco añitos no la íbamos a encerrar en un cuarto, así que mi marido se ha confinado en él y teletrabaja desde allí. Hacíamos video llamadas con la familia y todos los regalos los tuvimos que comprar por internet, menos uno que vino de la tienda de animales de la esquina y guardé en lo alto del mueble de la cocina para que Lara no lo cogiese. El cinco por la noche después de colocar todos los regalos por fin tocó colocar en el árbol el regalo de Lara.
—¡Dios mío! ¡Se han escapado! —Grité para mis adentros toda horrorizada. Pues no quería despertar a mi hija. Volví a mirar con ojos llorosos el papel roto que tapaba la jaula. Miré por encima del mueble y decidí seguir el rastro de caquitas que iban dejando los hámsteres. ¿Cómo han podido bajar de aquí? ¡Ni que fueran ratas voladoras! Después de tres horas de buscar sin éxito por toda la cocina y el salón, me tumbé agotada en el sofá. Y en el silencio de la noche, las oí, ¡las muy sinvergüenzas se habían metido en el sillón. Lo volteé como pude y al rato atrapé uno y lo metí en la jaula. El otro salió solo al rato tentado por el rastro de comida que le había puesto hasta la jaula. Ahí estaba el muy canalla con los mofletes bien llenos, transportando las pipas y el maíz que le había puesto. Por fin pude atraparle y me fui a la cama a las 4 de la madrugada totalmente agotada.
—¡Mami despierta!¡Despierta!
—¡Ay no! Si sólo son las 8 —dije mirando mi móvil.
—¡Hay muchos regalos en el árbol! ¡Y una rata!
—¿Una? —Grité dando un bote de la cama nido de mi hija. Corriendo me levanté pensando que tendría que volver a buscar otra vez al animalito. Pero al mover el serrín de la jaula, asomaron una naricita rosa con bigotes y yo suspiré: ¡Mira Lara! No hay un hámster sino dos.
—¡Viva, viva! Saltaba contenta mi hija, ¡tengo dos, tengo dos!
Su padre al oírla no se resistió a salir del cuarto para estar con la niña y abrir el resto de los regalos y yo muerta de sueño sonreía recordando la noche anterior con mi búsqueda del tesoro.