Mi viaje en un velero
Si lo llego a saber, nunca le hubiera dicho a Mario, mi vecino, que me iría con él en su velero. El día que salimos fue muy divertido, hacia buen tiempo y fue muy agradable la travesía. Pero el segundo día, la mar empeoro y empezó a diluviar. Las velas Tormentines, se rompieron, por lo que el oleaje afecto a la embarcación y no fuimos capaces de mantener la estabilidad .Pasamos una noche a la deriva y ya, cuando estaba amaneciendo apareció un transatlántico en medio del mar. Soltó una barca para que vinieran a por nosotros. Una vez arriba, nos cedieron un camarote, y después de ducharnos y ponernos la ropa seca que nos proporcionaron, decidimos subir a cubierta. Con mis ochenta y dos años, nunca pensé que podría vivir esta aventura, Mario es joven, bueno, yo a sus sesenta y cinco, me encontraba en la flor de la vida. Nos invito el Capitán a cenar y estando en el comedor, vi a un caballero de esmoquin tocando un piano de cola. La segunda canción que toco,¨ tintarella di luna¨, me transporto a el día que conocí a Elisa, mi mujer. Cerré los ojos y me dejé llevar por mis recuerdos. Empezaron a ser tan reales, que me vi bailando con ella. Estaba radiante, mas guapa que nunca y estaba sonriendo. Me cogió de la mano y me pidió que la acompañara…a lo lejos oía a Mario y al capitán como me llamaban y me zarandeaban. Pero yo ya había decidido irme con Elisa. Ahora se que fue una buena elección mi viaje en el velero.
Por Elena Rodríguez