Julia
Soplaba el viento de tal manera, que dentro del hospital psiquiátrico donde trabajaba Soraya, el sonido que producía era como gritos pidiendo auxilio. Nadie de allí se había inmutado por ello, solo Julia, que acababa de llegar, y aun no se había habituado a los gritos de muchas enfermas, por lo que estaba aterrada, y eso no le beneficiaba nada en su embarazo. Soraya estaba muy pendiente de ella, llevaba trabajando en ese hospital psiquiátrico ya tres años, y ya se había acostumbrado a ello. Pero Julia era muy sensible, y se había acostumbrado a su protección El domingo Soraya libraba, y pidió permiso para llevarse a Julia consigo a dar una vuelta. Así era ella, con un corazón de oro. Fueron a dar una vuelta por el muelle, siempre le gusto el mar, y ella que había nacido en Bilbao, estaba acostumbrada a pasear por allí, ya que su padre era marino mercante. Acababa de atracar un buque factoría, y estaban desembarcando todas las caja ultracongeladas. De repente se oyó un grito avisando que tuvieran cuidado , pero un cargamento entero cayo delante de ellas, dejándolas sin conocimiento. Cuando despertaron, Soraya estaba ingresada en otro psiquiátrico, y Julia era su enfermera. Soraya empezó a gritar que no, que ella no era la paciente, que había habido un error, pero allí nadie la creyó. Todo el mundo, creyó a Julia, que la verdad lo hacia muy bien. Soraya lloraba y lloraba sin parar, gritando para que la escucharan, en ese momento julia se le acercó al oído y le susurro.
—Todo en la vida se puede dar la vuelta. Y no te lo dije, pero soy una ladrona de personas, les robo su entidad y me convierto en ellas.
Juan Sánchez