Flechazo bajo una palmera
Mi semana de vacaciones la pasé en Miami, total al reincorporarme a mi trabajo, mi vuelo partía de allí. Al segundo día como de costumbre, tras andar un rato por la cristalina orilla y así alejarme de la gente, estiré mi pareo bajo una palmera. No había leído ni media página de mi libro, cuando se apareció ante mí.
Fue un flechazo a primera vista, estoy acostumbrada a ver hombres guapos, pero como Akmed, ninguno. Al instante sentimos atracción el uno por el otro. Se sentó a mi lado tras pedirme permiso, que yo le concedí, claro, y charlamos sin parar. Me invitó a comer. Y acepté, después me acompaño a mi hotel para que yo me cambiase. Tras una ducha rápida, me recogí mi rizada melena pelirroja y me planté el vestido ceñido y corto color esmeralda que tan bien me sienta.
Nada más bajar y salir a la calle, lo vi sentado sobre un descapotable rojo, estaba impecable, más que eso, impresionante. Me abrió la puerta y yo me senté sonriente, mientras admiraba al apuesto joven que rodeaba el coche para ocupar su sitio.
Fuimos a una velocidad considerable, pero en un Ferrari Portofino puedes correr que con un conductor un poco experto vas segura. Y Akmed lo era. Llegamos hasta Melbourne y allí cenamos en su restaurante favorito. Esa misma noche nos hicimos novios. Y pasé el resto de mis vacaciones haciendo pequeños viajes descubriendo nuevas playas.
Tras incorporarme a mi trabajo, vuelo tras vuelo, y hablar por teléfono todos los días, pasaron tres semanas, después nos encontramos tres días en Nueva York. Nunca me pareció tan hermosa, al menos los dos primeros días. El tercero fue horrible, estábamos comiendo en el restaurante del hotel, cuando se presentó su madre con dos hombres con pinta de escolta detrás de ella. Iba vestida muy elegante, con ropa occidental pero su cabello estaba cubierto como lo llevan todas las musulmanas.
Los dos discutieron en árabe, yo hablo 5 idiomas, pero éste no es uno de ellos. Así que no me enteré de nada. Pero la discusión duró pocos minutos. Akmed me dijo que una azafata era deshonroso para que fuera su novia y que lo sentía mucho, pero que debía obediencia a su madre, tras coger mi mano y besarla con lágrimas en los ojos, se marchó.
Y yo me quedé allí plantada y desolada durante las siguientes horas hasta que cogí mi vuelo. Menos mal que me gusta mucho mi trabajo y así entre viaje y viaje olvidaba mis penas. Como ves querida prima creo que éste es el noviazgo más corto que he visto en mi vida, sólo duró tres semanas.